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(esp) El cazador de minas: quién es el empresario que lidera la fiebre del oro en tierras indígenas

En los últimos 40 años, las empresas de la familia de Paulo Carlos de Brito Filho han realizado 255 solicitudes de búsqueda de minerales en áreas dentro o alrededor de 42 tierras indígenas. Más del 95% de las solicitudes son para encontrar oro en la Amazonia.

Un encargo para realizar investigaciones mineras en Brasil cuesta menos de un salario mínimo, lo que no alcanza para comprar dos botellas del vino nacional Guaspari. Pero, así como las vides, estas requisiciones mineras pueden dar buenos resultados. Propietario de la bodega, el empresario Paulo Carlos de Brito Filho también trabaja en al menos ocho empresas que, juntas, ocupan el primer lugar en la carrera por la minería en tierras indígenas (TIs).

Las mineras Rio Grande, Silvana, Acará, Icana, Irajá, Tarauacá y Apoena, vinculadas al grupo Santa Elina, concentran el 8% de las aproximadamente 3.100 solicitudes de minería y investigación minera en áreas superpuestas a territorios indígenas, o en sus fronteras, según la Agencia Nacional de Minería (ANM).

El levantamiento fue realizado por la ANM a pedido de Repórter Brasil en marzo, en vísperas de que diputados federales aprobaran de urgencia la tramitación del PL 191/2020, el proyecto de ley que pretende liberar las actividades económicas en tierras indígenas. En medio a protestas, el PL perdió apoyo en el Congreso, pero el tema puede volver a surgir en cualquier momento. Si se aprueba este “rebaño ambientalista”, el que hoy sale adelante es el grupo Santa Elina.

Entre 1982 y 2012, el conglomerado realizó 255 solicitudes de investigación minera que afectan a 42 territorios indígenas. Más del 95% de estos pedidos son para la investigación de oro en la región amazónica. Los requisitos cubren un área de 928 mil hectáreas, o seis veces el tamaño de la ciudad de São Paulo, colocando a Santa Elina en la parte superior de la lista. Detrás de ellos aparecen las empresas mineras Serra Morena (469 mil hectáreas) e Iguape (446 mil hectáreas).

Buscado por Repórter Brasil, el grupo dijo que estaba en contra de la “minería ilegal en tierras indígenas” y que todas las empresas abandonaron los procesos con “total injerencia” en los territorios demarcados. La información fue enviada en una primera respuesta de la empresa, que admitió haber mantenido los requisitos que afectan parcialmente a las TI, con el objetivo de explorar solo los alrededores. “Nunca hemos trabajado y no pretendemos trabajar en TI”, dice la nota enviada por la oficina de prensa.


¿QUIEN GANA? – EMPRESAS MINERAS CAMPEONES EN SOLICITACIONES DE INVESTIGACIÓN DE MINERÍA EN TIERRAS INDÍGENAS, QUE PUEDEN SER AUTORIZADAS SI EL CONGRESO APRUEBA LA PL 191


* Rio Grande, Silvana, Acará, Icana, Irajá, Tarauacá, Apoena e Santa Elina. ** El relevamiento considera todas las solicitudes activas en el sistema de la ANM, que incluye desde minería ya otorgada, hasta retiros presentados.


De las 255 solicitudes de investigación o exploración minera, el grupo Santa Elina retiró o renunció a 126, en su mayoría a partir de 2019, según la ANM. Aun así, el grupo se mantiene líder en el número de solicitudes que afectan TIs en el país, con 129 procesos, totalizando un área de 346 mil hectáreas, más del doble de la ciudad de São Paulo.

Si bien la minería en TI no está autorizada por ley, el sistema de la ANM mantiene tales procesos como “activos”, incluso cuando la empresa se retira, lo que es señalado como una falla por el investigador Bruno Manzolli, de la Universidad Federal de Minas Gerais General. Según él, estas áreas aún están “bloqueadas” para una nueva empresa solicitante. Esto genera inseguridad jurídica, ya que las empresas con procesos en curso tendrán prioridad sobre los derechos mineros en la región, si se regula la minería en TIs.

“Como estas solicitaciones siguen activas, si se aprueba el PL 191, quienes van a tener prioridad sobre estas áreas son los dueños de estos procesos”, advierte Manzolli, quien es uno de los autores del estudio que identificó que la minería ilegal de oro generaba daño socio-ambiental de R$ 31,4 mil millones para el país entre 2019 y 2020.

La ANM indicó, en una nota, que mantiene activos los permisos otorgados antes de la Constitución de 1988, los que se superponen con terrenos que aún no han sido homologados y los que se encuentran en las inmediaciones de las TIs. El organismo admite “lentitud” para liberar un área con retiro porque el proceso no está “totalmente automatizado”.

Primera etapa de la exploración de minerales, las órdenes de investigación son el oro del negocio de la mayoría de las empresas mineras de Paulo Brito Filho. Las empresas del grupo generalmente no exploran las minas, sino que buscan nuevas ubicaciones de prospección, principalmente para su futura reventa. Es casi como una lotería, en busca del billete ganador. Por esa forma de actuar, son considerados pequeños en el sector, lo que ayuda a entender por qué Brito opera lejos de los reflectores de la prensa y las organizaciones ambientalistas.

Y aunque la mayoría de los pedidos no se convertirán en minería rentable en el futuro, estos protocolos abren la puerta a una serie de acuerdos en la industria minera, que involucran a inversores extranjeros, bolsas de valores y paraísos fiscales. Tanto es así que el Ministerio Público Federal ya interpuso varias demandas contra la ANM y contra las empresas mineras para corregir las fallas y frenar la especulación financiera en tierras indígenas.

Negocios robustos

En el mercado financiero, Brito Filho es más conocido como propietario y presidente del consejo de administración de Aura Minerals. Pero el empresario, licenciado en administración por la Fundação Armando Álvares Penteado (FAAP) y MBA en Nueva York, participa como presidente, director o asesor de decenas de otras empresas, la mayoría mineras.

En una de sus pocas entrevistas en 2020, el empresario dijo que el oro se convertirá cada vez más en una opción para los inversores. Su análisis era prácticamente una invitación, ya que Aura Minerals había salido a bolsa en Brasil cinco meses antes.

Aunque discreta, la multinacional tiene acceso al centro del poder: en agosto de 2021, su director general, Rodrigo Barbosa, fue recibido por el ministro de Medio Ambiente, Joaquim Leite. “La reunión fue una invitación que hizo el ministro a alrededor de 30 actores del sector privado en la que el tema central fue la protección del medio ambiente, la Amazonía y la COP 21”, dijo la empresa. El Ministerio del Medio Ambiente se negó a comentar.

Fundada en Canadá en 1946, Aura Minerals hoy tiene alma brasileña, ya que más del 50% de sus acciones pertenecen a Northwestern Enterprises, empresa ubicada en el paraíso fiscal de las Islas Vírgenes Británicas, y controlada por Brito Filho y su padre, Paulo Carlos de Brito.

El patriarca de la familia tiene más de cuatro décadas de experiencia en el negocio minero. En 1976 fundó Santa Elina, que se convirtió en el conglomerado que hoy és encabezado por su hijo y que es clave para entender la relación del grupo con las tierras indígenas.

Con una oficina en los alrededores de la Avenida Faria Lima, el corazón financiero de São Paulo, el grupo actúa principalmente en las primeras etapas de la cadena de exploración y producción de minerales: prospección de nuevas minas, solicitud de licencias, realización de estudios geológicos y estudio del potencial de las reservas y su viabilidad económica. Por esta razón, la mayoría de las empresas del conglomerado se consideran empresas mineras “junior”.

El negocio principal de Santa Elina, por lo tanto, no es la producción en sí misma, y ​​por eso los pedidos de investigación minera son cruciales: cuando se descubre una mina, su destino más probable es ser vendida a empresas más grandes – conocidas como “majors” -, que operarán la mina.

“En cierta medida, el desempeño de los juniors es positivo para los mayores, ya que serían ellos los que correrían con el riesgo y eventuales pérdidas de no encontrar nada. Les tocaría a los grandes comprar solo lo que pensaran que valdría la pena”, explica Bruno Milanez, profesor de la Universidad Federal de Juiz de Fora y uno de los mayores estudiosos de los impactos de la minería en el país.

En esa “división del trabajo”, explica el investigador, es común que los jóvenes realicen los servicios más controvertidos, como requisar tierras indígenas para exploración, por ejemplo. “De esa manera, las grandes podrían darse el lujo de no involucrarse en la investigación en áreas de conflicto, incluso evitando la erosión de la reputación”.

El trabajo de los juniors se puede comparar con el de los jugadores de un casino, ya que solo el 0,1% de la investigación minera resulta en minas económicamente viables, y solo el 0,03% de las reservas son extraordinariamente rentables, según Milanez.

Dado el alto riesgo del negocio, los bancos tienden a mantenerse alejados de las mineras junior. Por lo tanto, el mercado de valores es el lugar más fácil para que ellos obtengan recursos para realizar actividades de prospección. “Presentar una gran cartera de áreas para explorar puede verse como una tarjeta de presentación atractiva”, dice, además de ser una forma de valorar las acciones.

El centro principal para negociar estas acciones son dos bolsas canadienses: la Bolsa de Valores de Toronto y la Bolsa de Valores de TSX. “La cultura especulativa de estos intercambios es tan frecuente que los investigadores los comparan con los casinos reales”, dice Milanez.

Las bolsas de valores de Toronto le dijeron a Repórter Brasil que sus “mercados y emisores están regulados por los reguladores de valores aplicables en Canadá, cuya misión incluye proteger a los inversores de prácticas desleales, indebidas o fraudulentas y reducir los riesgos para la integridad del mercado y la confianza de los inversores”.

Casino de oro

Los riesgos que asumen las mineras junior son convenientes para las grandes, pues evitan obstáculos políticos o burocráticos. Es por esta razón que los recientes anuncios de grandes empresas mineras, como Vale y Anglo American, de retirar sus requisitos de investigación en tierras indígenas tienen poco efecto práctico, ya que podrían, en el futuro, comprar negocios hechos posibles por empresas junior en estas áreas. Además, los gigantes del sector también mantuvieron exigencias en el entorno de las TIs.

Sin embargo, la minería en estos sitios es igualmente dañina para las comunidades tradicionales. Las tierras indígenas cuentan con la llamada “zona de amortiguamiento”, una región protegida alrededor del territorio para evitar que los impactos ambientales lleguen a las áreas demarcadas. El grupo Santa Elina ya tiene minas concedidas para prospectar oro en los alrededores de las Tierras Indígenas Sararé, en Mato Grosso, y Kayapó, en Pará, según el levantamiento de la ANM.

Según Brito Filho, la minería cerca de la reserva Kayapó fue concedida en 1991 a la Mineração Irajá, vinculada al grupo Santa Elina. El dice que la empresa nunca operó en la mina y que cedió el área a otra empresa en 2020. El empresario no comentó sobre la concesión cerca de la reserva Sararé.

Otras minas descubiertas por el conglomerado fueron objeto de denuncias por daños ambientales. En 2020, Repórter Brasil mostró la lucha de los kayapó contra los efectos de la exploración de manganeso en los alrededores de la TI por parte de la minera Buritirama, que había adquirido la licencia de Irajá. Aunque operando a 2 km del territorio demarcado, la actividad, según los indígenas, está contaminando ríos y pueblos y dificultando la pesca. El Tribunal Federal ordenó la apertura de una investigación policial para investigar la práctica de minería ilegal en TI y la posible participación de la Mineração Irajá.

En otro episodio, Biopalma Amazônia, que también pertenecía a la familia Brito, fue vendida a Vale en 2011 y ahora es objeto de denuncias por contaminación del agua en las aldeas de la TI Turé-Mariquita, en Pará, según informe de Mongabay.

Sobre el caso de los Kayapó, Santa Elina afirmó que “todo lo que Mineração Irajá produjo y vendió fue extraído dentro de los estrictos límites de sus derechos mineros”. Y con respecto a las actividades de Biopalma, la empresa dijo que “mientras tenían el control del grupo Mineração Santa Elina, siempre siguieron todas las normas y reglamentos de licenciamiento ambiental”. La minera también afirmó que solo puede ser responsable de las operaciones mientras controla las actividades.

Diamantes bajo sospecha

El grupo Santa Elina tiene minas concedidas para prospectar oro en las inmediaciones de la TI Kayapó; Brito Filho dice que la empresa nunca operó en la mina y que cedió el área a otra empresa en 2020 (Foto: Lucas Landau/Repórter Brasil)

A pesar de la discreción del grupo y de la familia Brito, en 2004 acapararon las noticias policiales por los conflictos que involucraban a los Cinta Larga, en Rondônia. Santa Elina fue investigada por la Policía Federal por la extracción ilegal de diamantes de este territorio, donde 29 mineros fueron asesinados por indígenas.

Una de las empresas investigadas era canadiense, se asoció con Santa Elina y recibió la aprobación del gobierno federal para buscar diamantes cerca de la tierra indígena, según un informe de Folha de S.Paulo. ¿Resultado? La empresa emitió acciones en Canadá y recaudó alrededor de US$ 4 millones para financiar el emprendimiento.

“Varias empresas estaban postulando a la minería ante la DNPM (Departamento Nacional de Producción Mineral, hoy ANM) y, en base a eso, negociaban titulos mineros en la Bolsa de Valores de Canadá. El propósito de la investigación era evitar que eso sucediera”, recuerda el delegado Mauro Spósito, quien comandaba las diligencias en ese momento.

El trabajo de la PF resultó en una denuncia del MPF contra la DNPM, que hizo que la Corte ordenara la suspensión y cancelación de las solicitudes de investigación no solo dentro, sino también dentro de un radio de hasta 10 km de las áreas protegidas.

“La visión vacilante y equivocada de la agencia minera fomenta las disputas más feroces entre las empresas mineras, especialmente los gigantes multinacionales, sirviendo de savia para las especulaciones más salvajes y como instrumento de presión sobre el Parlamento”, se lee en la acción del MPF.

Desde 2019, el MPF ha interpuesto varias acciones civiles públicas haciendo la misma demanda a la ANM, para que no se reciban solicitudes de investigación minera en tierras indígenas y se suspendan los permisos ya otorgados. Solo en Pará, se presentaron 52 acciones que abarcan tierras indígenas en todas las regiones del estado. En Amazonas, la autarquía llegó incluso a condenar en primera instancia a cancelar todos los requisitos para la investigación o extracción de minerales en tierras indígenas. La ANM apeló.

En una de las acciones, la ANM le dijo al MPF que “la Constitución no prohíbe las solicitudes”, y que, por lo tanto, pueden ser abiertas y suspendidas hasta que el asunto sea regulado por Ley. Repórter Brasil ha pedido reiteradamente a la agencia comentarios sobre estas solicitudes y las acciones interpuestas por el MPF, pero no obtuvo respuesta.

El grupo Santa Elina afirmó que hubo un “error” en el caso Cinta Larga y que no tuvo nada que ver con la actuación de la Policía Federal. “No tenemos ninguna conexión con la exploración de diamantes en Rondônia ni en ningún otro estado del país. Y no hubo suspensión con la ANM ni con la extinta DNPM”, dijo la empresa, a través de su gabinete de prensa.

Dos semanas después de la respuesta del grupo de Santa Elina, el empresario Brito Filho envió una nueva posición por correo electrónico y afirmó que el conglomerado también desistirá de todas las solicitudes que superpongan parcialmente los territorios. “Todas las áreas, ya sea con interferencia total o parcial, ya han tenido o están en proceso de retirarse de la ANM”. La lista de la dependencia, enviada en marzo, indicaba que seguían abiertas 129 postulaciones de Santa Elina.

El empresario también dice que condena “cualquier actividad minera ilegal en tierras indígenas”, pero coincide con una posición del sector 2021, que defiende la regulación de la minería en estas zonas, “enfatizando el absoluto respeto a los pueblos indígenas”.

Una botella de la bodega Brito ya fue entregada por el exgobernador del SP Geraldo Alckmin al expresidente francés Nicolas Sarkozy (Foto: Reproducción/Instagram)

Entre sorbos de vino, Brito Filho dijo en la entrevista de 2020 que fue el conocimiento de geología de la familia lo que le permitió encontrar el terreno ideal para plantar uvas en la Serra da Mantiqueira, en el interior de São Paulo.

Para poder seguir viviendo en sus tierras, los pueblos Kayapó, Munduruku y Yanomani decidieron unirse en torno a la Alianza en Defensa de los Territorios, que tiene como objetivo frenar el avance del PL 191.

“Es una alianza histórica e inédita”, dice Maial Paiakan, dirigente kayapó, al señalar que el objetivo del grupo es crear estrategias contra el avance de la minería ilegal y los pedidos de investigación minera en los territorios y alrededores. Solo en las áreas de Kayapó, hay 110 solicitudes, 14 de ellas de empresas vinculadas al grupo Santa Elina.

Aunque el PL 191 aún no ha comenzado a ser discutido por los diputados, la presión sobre los indígenas es grande, con la circulación de noticias falsas, dice Maial Paiakan. “La guerra ya ha comenzado”.

Fuente: Repórter Brasil

(port) O caçador de jazidas: quem é o empresário que lidera a corrida pelo ouro em terras indígenas

Nos últimos 40 anos, as empresas da família de Paulo Carlos de Brito Filho fizeram 255 requerimentos para pesquisar minérios em áreas dentro ou no entorno de 42 terras indígenas. Mais de 95% dos pedidos é para encontrar ouro na Amazônia

Um pedido para realizar pesquisas minerais no Brasil custa menos de um salário mínimo, valor insuficiente para comprar duas garrafas do vinho nacional Guaspari. Mas, assim como as parreiras, essas requisições minerárias podem render bons frutos. Dono da vinícola, o empresário Paulo Carlos de Brito Filho atua também em pelo menos oito empresas que, juntas, ocupam o primeiro lugar na corrida pela mineração em terras indígenas (TIs).

As mineradoras Rio Grande, Silvana, Acará, Icana, Irajá, Tarauacá e Apoena, ligadas ao grupo Santa Elina, respondem por 8% dos cerca de 3.100 pedidos de lavras e pesquisas minerais em áreas sobrepostas a territórios indígenas, ou na fronteira deles, segundo a Agência Nacional de Mineração (ANM).

O levantamento foi feito pela ANM a pedido da Repórter Brasil em março, às vésperas de os deputados federais aprovarem urgência na tramitação do PL 191/2020, o projeto de lei que tenta liberar atividades econômicas em terras indígenas. Em meio a protestos, o PL perdeu apoio no Congresso, mas o assunto pode voltar a qualquer momento. Se aprovada mais essa “boiada ambiental”, quem sai na frente hoje é o grupo Santa Elina.

Entre 1982 e 2012, o conglomerado fez 255 pedidos de pesquisa mineral que afetam 42 terras indígenas. Mais de 95% desses pedidos são para pesquisa de ouro na região amazônica. Os requerimentos abrangem área de 928 mil hectares, ou seis vezes o tamanho da cidade de São Paulo, colocando o Santa Elina no topo da lista. Atrás aparecem as mineradoras Serra Morena (469 mil hectares) e Iguape (446 mil hectares).

Procurado pela Repórter Brasil, o grupo disse ser contra o “garimpo ilegal em terras indígenas” e que todas as empresas abriram mão dos processos com “interferência total” em territórios demarcados. A informação foi enviada em uma primeira resposta da companhia, que admitia ter mantido os requerimentos que incidem de forma parcial em TIs, com o objetivo de explorar apenas o entorno. “Nunca atuamos e não temos a intenção de atuar em TI”, diz a nota enviada pela assessoria de imprensa.


QUEM GANHA? – MINEIRADORAS CAMPEÃS DE PEDIDOS DE PESQUISA MINERAL EM TERRAS INDÍGENAS, QUE PODEM SER AUTORIZADOS CASO O CONGRESSO APROVE O PL 191

* Rio Grande, Silvana, Acará, Icana, Irajá, Tarauacá, Apoena e Santa Elina. ** Levantamento considera todos os pedidos ativos no sistema da ANM, o que inclui desde lavras já concedidas, até as desistências protocoladas.


Dos 255 pedidos de pesquisa ou exploração mineral, o grupo Santa Elina desistiu ou renunciou a 126, sobretudo a partir de 2019, de acordo com a ANM. Mesmo assim, o grupo segue na liderança em número de requerimentos que afetam TIs no país, com 129 processos, que totalizam uma área de 346 mil hectares – mais que duas vezes a cidade de São Paulo.

Apesar de a mineração em TIs não ser autorizada por lei, o sistema da ANM mantém tais processos como “ativos”, mesmo quando há desistência por parte da empresa, o que é apontado como uma falha pelo pesquisador Bruno Manzolli, da Universidade Federal de Minas Gerais. De acordo com ele, essas áreas seguem “bloqueadas” para uma nova empresa solicitante. Isso causa uma insegurança jurídica, já que as empresas com processos em andamento terão a prioridade dos direitos minerários da região, caso a mineração em TIs seja regulamentada.

“Como esses pedidos continuam ativos, se o PL 191 for aprovado, quem vai ter prioridade sobre essas áreas são os donos desses processos”, alerta Manzolli, que é um dos autores do estudo que identificou que o garimpo ilegal de ouro causou um prejuízo socioambiental de R$ 31,4 bilhões para o país entre 2019 e 2020.

A ANM afirmou, em nota, que mantém ativos os alvarás concedidos antes da Constituição de 1988, os que se sobrepõem a terras ainda não homologadas e aqueles no entorno das TIs. A agência admite “morosidade” para liberar uma área com desistência porque o processo não está “totalmente automatizado” (veja na íntegra os posicionamentos).

Primeira etapa da exploração mineral, os pedidos para pesquisa são o ouro do negócio da maioria das mineradoras de Paulo Brito Filho. As empresas do grupo em geral não exploram as jazidas, mas buscam novos locais de prospecção, principalmente para revenda futura. É quase como uma loteria, em busca do bilhete premiado. Por esse modo de atuação, elas são consideradas pequenas no setor – o que ajuda a entender por que Brito opera longe dos holofotes da imprensa e de organizações ambientais.

E ainda que a maioria dos pedidos não se converta futuramente em uma lavra rentável, esses protocolos abrem a porta para uma série de negócios na indústria da mineração, envolvendo investidores estrangeiros, ações na bolsa e paraísos fiscais. Tanto que o Ministério Público Federal já entrou com diversas ações contra a ANM e contra as mineradoras para corrigir as falhas e coibir a especulação financeira sobre terras indígenas.

Negócios robustos

No mercado financeiro, Brito Filho é mais conhecido como dono e presidente do conselho de administração da Aura Minerals. Mas o empresário, formado em administração na Fundação Armando Álvares Penteado (FAAP) e com MBA em Nova York, participa como presidente, diretor ou conselheiro de dezenas de outras empresas, a maioria mineradoras.

Em uma de suas raras entrevistas, em 2020, o empresário disse que o ouro vai se tornar cada vez mais uma opção para investidores. Sua análise era praticamente um convite, já que a Aura Minerals havia aberto capital no Brasil cinco meses antes.

Embora seja discreta, a multinacional tem acesso ao centro do poder: em agosto de 2021, seu CEO, Rodrigo Barbosa, foi recebido pelo ministro do Meio Ambiente, Joaquim Leite. “A reunião foi um convite feito pelo ministro a cerca de 30 players do setor privado em que o tema central foi proteção ambiental, Amazônia e COP 21”, disse a empresa. O Ministério do Meio Ambiente não quis comentar.

Nascida no Canadá em 1946, a Aura Minerals tem hoje alma brasileira, já que mais de 50% de suas ações pertencem à Northwestern Enterprises, empresa situada no paraíso fiscal das Ilhas Virgens Britânicas, e controlada por Brito Filho e seu pai, Paulo Carlos de Brito.

O patriarca da família tem experiência de mais de quatro décadas no ramo da mineração. Em 1976, ele fundou a Santa Elina, que se tornou o conglomerado hoje dirigido pelo filho e que é a chave para entender a relação do grupo com terras indígenas.

Com escritório nos arredores da avenida Faria Lima, o coração financeiro de São Paulo, o grupo trabalha principalmente nas primeiras etapas da cadeia de exploração e produção mineral: prospectando novas minas, solicitando licenças, fazendo as pesquisas geológicas e estudando o potencial das reservas e sua viabilidade econômica. Por isso, a maioria das empresas do conglomerado são consideradas mineradoras “junior”.

O negócio principal da Santa Elina, portanto, não é a produção em si, e por isso os pedidos de pesquisa mineral são cruciais: quando uma jazida é descoberta, seu destino mais provável é ser vendida para companhias maiores – conhecidas como “majors” –, que irão operar a mina.

“Até certo ponto, a atuação das juniors é positiva para as majors, pois seriam elas que arcariam com o risco e com os eventuais prejuízos de não encontrar nada. Caberia às grandes apenas comprar o que considerassem que valeria a pena”, explica Bruno Milanez, professor da Universidade Federal de Juiz de Fora e um dos maiores estudiosos dos impactos da mineração no país.

Nessa “divisão de trabalhos”, explica o pesquisador, é comum que as juniors façam os serviços mais polêmicos, como requisitar terras indígenas para exploração, por exemplo. “Assim, as majors poderiam se dar ao luxo de não se envolverem com pesquisas em áreas de conflito, evitando inclusive o desgaste de reputação.”

O grupo Santa Elina tem lavras concedidas para prospectar ouro no entorno da TI Kayapó; Brito Filho diz que a companhia nunca operou na lavra e que cedeu a área para outra empresa em 2020 (Foto: Lucas Landau/Repórter Brasil)

O trabalho das juniors pode ser comparado ao dos apostadores de um cassino, pois só 0,1% das pesquisas minerais resultam em jazidas economicamente viáveis, e apenas 0,03% das reservas são extraordinariamente rentáveis, segundo Milanez.

Dado o alto risco do negócio, os bancos tendem a se manter distantes das mineradoras juniors. Por isso, o mercado de ações é o lugar mais fácil para elas conseguirem recursos para realizar as atividades de prospecção. “Apresentar um grande portfólio de áreas a serem exploradas pode ser visto como um cartão de visitas convidativo”, diz, além de ser uma forma de valorizar as ações.

O principal polo de negociação dessas ações são duas bolsas do Canadá – a Toronto Stock Exchange e a TSX Venture Exchange. “A cultura especulativa dessas bolsas é tão preponderante que pesquisadores as comparam a verdadeiros cassinos”, diz Milanez.

As bolsas de Toronto informaram à Repórter Brasil que seus “mercados e emissores são regulados por reguladores de valores mobiliários aplicáveis no Canadá, cuja missão inclui proteger os investidores de práticas injustas, impróprias ou fraudulentas e reduzir os riscos à integridade do mercado e à confiança do investidor.”

Cassino de ouro

Os riscos assumidos pelas mineradoras juniors é conveniente para as majors, já que elas evitam os entraves políticos ou burocráticos. É por esse motivo que anúncios recentes de grandes mineradoras, como a Vale e a Anglo American, de desistência de seus requerimentos de pesquisa em terras indígenas têm pouco efeito prático, pois elas poderiam, no futuro, comprar negócios viabilizados por empresas juniors nestas áreas. Além disso, as gigantes do setor também mantiveram requerimentos nos arredores das TIs.

Porém, minerar esses locais é igualmente prejudicial para as comunidades tradicionais. As terras indígenas têm a chamada “zona de amortecimento” – uma região protegida no entorno do território para impedir que os impactos ambientais cheguem às áreas demarcadas. O grupo Santa Elina já tem lavras concedidas para prospectar ouro no entorno das Terras Indígenas Sararé, no Mato Grosso, e Kayapó, no Pará, de acordo com o levantamento da ANM.

Segundo Brito Filho, a lavra próxima à reserva Kayapó foi concedida em 1991 à Mineração Irajá, vinculada ao grupo Santa Elina. Ele diz que a companhia nunca operou na lavra e que cedeu a área para outra empresa em 2020. O empresário não comentou sobre a concessão próxima à reserva Sararé.

Outras jazidas descobertas pelo conglomerado foram alvo de denúncia de danos ambientais. Em 2020, a Repórter Brasil mostrou a luta dos Kayapó contra os efeitos da exploração de manganês no entorno da TI pela mineradora Buritirama, que havia adquirido a licença da Irajá. Mesmo atuando a 2 km do território demarcado, a atividade, segundo os indígenas, está contaminando rios e aldeias e atrapalhando a pesca. A Justiça Federal determinou a abertura de um inquérito policial para apurar a prática de extração ilegal de minério na TI e o possível envolvimento da Mineração Irajá.

Em outro episódio, também pertencia à família Brito a Biopalma Amazônia, vendida para a Vale em 2011 e que hoje é alvo de denúncias de contaminação da água nas aldeias da TI Turé-Mariquita, no Pará, segundo reportagem do Mongabay.

Sobre o caso dos Kayapó, a Santa Elina afirmou que “tudo o que a Mineração Irajá produziu e comercializou foi extraído dentro do estrito limite de seus direitos minerais”. E sobre as atividades da Biopalma, a empresa disse que, “enquanto no controle do grupo da Mineração Santa Elina, sempre seguiram todas as regras e regulamentos do licenciamento ambiental”. A mineradora afirmou ainda que só pode responder pelas operações enquanto controla as atividades.

Diamantes sob suspeita

A TI Kayapó sofre com os efeitos da exploração de manganês em seu entorno, realizada pela mineradora Buritirama, que adquiriu a licença do grupo Santa Elina (Foto: Felipe Werneck/Ibama)

Apesar da discrição do grupo e da família Brito, em 2004 eles ganharam o noticiário policial por causa de conflitos envolvendo os Cinta Larga, em Rondônia. A Santa Elina foi investigada pela Polícia Federal sobre a extração ilegal de diamante desse território – onde 29 garimpeiros foram assassinados pelos indígenas.

Uma das empresas investigadas era canadense, associou-se à Santa Elina e recebeu aval do governo federal para a pesquisa de diamantes próximo à terra indígena, segundo reportagem da Folha de S.Paulo. Resultado? A companhia emitiu ações no Canadá e captou cerca de US$ 4 milhões para financiar o empreendimento.

“Diversas empresas estavam fazendo requerimento de lavra junto ao DNPM (Departamento Nacional de Produção Mineral, hoje, ANM) e, com base nisso, negociavam títulos minerários na bolsa do Canadá. O objetivo da investigação foi impedir que isso acontecesse”, lembra o delegado Mauro Spósito, que comandou as diligências à época.

O trabalho da PF resultou em uma denúncia do MPF contra o DNPM, que fez com que a Justiça determinasse a suspensão e o cancelamento dos pedidos de pesquisa não apenas dentro, mas também em um raio de até 10 km das áreas protegidas.

“A titubeante e equivocada visão do órgão minerário fomenta as mais acirradas disputas entre as mineradoras, sobretudo as gigantes multinacionais, servindo como seiva para as mais selvagens especulações e como instrumento de pressão sobre o Parlamento”, dizia a ação do MPF.

Desde 2019, o MPF entrou com diversas ações civis públicas fazendo a mesma demanda à ANM, para que não sejam recebidos pedidos de pesquisa mineral em terras indígenas e para que os alvarás já concedidos sejam suspensos. Só no Pará foram movidas 52 ações que abrangem terras indígenas de todas as regiões do estado. No Amazonas, a autarquia chegou a ser condenada em primeira instância a anular todos os requerimentos de pesquisa ou extração de minérios em terras indígenas. A ANM recorreu.

Em uma das ações, a ANM disse ao MPF que “a Constituição não proíbe os requerimentos”, e que por isso eles podem ser abertos e colocados em espera até que o assunto seja regulamentado em lei A Repórter Brasil pediu reiteradas vezes comentários à agência sobre esses pedidos e as ações movidas pelo MPF, mas não recebeu resposta.

O grupo Santa Elina afirmou haver um “equívoco” no caso dos Cinta Larga e que não tem relação com a ação da Polícia Federal. “Não temos nenhuma vinculação com exploração de diamantes em Rondônia ou qualquer outro estado do país. E não houve nenhuma suspensão junto a ANM ou ao extinto DNPM”, afirmou a empresa, por meio de sua assessoria de imprensa.

Duas semanas após a resposta do grupo Santa Elina, o empresário Brito Filho enviou novo posicionamento por e-mail e afirmou que o conglomerado vai desistir também de todos os pedidos que se sobrepõem parcialmente aos territórios. “Todas as áreas, sejam elas com total ou parcial interferência, ou já tiveram ou estão em processo de desistência protocolada junto a ANM”. A lista da agência, enviada em março, indicava que 129 requerimentos do Santa Elina seguiam abertos.

O empresário diz ainda condenar “qualquer atividade de garimpo ilegal em terras indígenas”, mas concordar com um posicionamento do setor de 2021, que defende a regulamentação da mineração nessas áreas, “ressaltando o absoluto respeito aos povos indígenas”.

Uma garrafa da vinícola dos Brito já foi presenteada pelo ex-governador de SP Geraldo Alckmin ao ex-presidente francês Nicolas Sarkozy (Foto: Reprodução/Instagram)

Entre goles de vinho, Brito Filho disse na entrevista de 2020 que foi o conhecimento de geologia da família que o possibilitou encontrar o terreno ideal para plantar uvas na Serra da Mantiqueira, no interior de São Paulo.

Já para continuarem vivendo de suas terras, os povos Kayapó, Munduruku e Yanomani decidiram se unir em torno da Aliança em Defesa dos Territórios, que tem o objetivo de frear o avanço do PL 191.

“É uma aliança inédita e histórica”, afirma Maial Paiakan, liderança Kayapó, destacando que objetivo do grupo é criar estratégias contra o avanço do garimpo ilegal e os pedidos de pesquisa mineral nos territórios e arredores. Só nas áreas dos Kayapó, são 110 requerimentos – 14 deles de empresas ligadas ao grupo Santa Elina.

Embora o PL 191 ainda não tenha começado a ser discutido pelos deputados, a pressão sobre indígenas é grande, com a circulação de fake news, conta Maial Paiakan. “A guerra já começou”.

Fonte: Repórter Brasil